Cuento: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su Esencia?
Mi nombre es L. S. Soy Antropólogo y he estudiado comunidades humanas a lo largo y ancho del planeta. He llegado a la conclusión de que el hombre es un animal civilizado. Su Naturaleza está atravesada por esta, su creación particular, que lo hace diferente:
Aún así, este hallazgo me alcanza apenas para explicar la particularidad de lo humano, su diferencia con los animales. Pero una pregunta me ronda en la cabeza: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su esencia? Por ello, me dedico hace tiempo a preguntar, a buscar el saber de los eruditos (siempre me doy cuenta si lo son, por algo soy antropólogo), que pasan por esta plaza o se sientan en sus bancos a leer o meditar, si pueden responder a mi pregunta.
Esta suerte de mayéutica que practico espero, así como mis anteriores estudios me llevaron a la revelación antes mencionada, algún día me permita dar con una marca semejante. Un signo que me permita elaborar una respuesta. ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su esencia?
Hubo un señor que me dejó una fuerte impresión, un día apareció caminando por aquí con un paraguas, sumido en sus pensamientos. Me acerqué despacio y le hice mis preguntas. Él me miró como si hubiera descubierto un alma gemela y me dijo solemne que la esencia del hombre es la Razón, qué sólo es indudable para nosotros y qué sólo somos sujetos al pensar y dudar.
Un tiempo después, un hermoso día de sol, un transeúnte me recordó al anterior. Cuando le hice mis preguntas me miró con intensidad y dijo en vos alta que la esencia del hombre es su libertad para pensar, que los sujetos construyen su realidad al pensar sobre si mismos. Luego se alejó con un aire majestuoso, como si con sus palabras hubiera irradiado luz a su alrededor.
En esos días, un caballero con aire inglés se sentó en el mismo banco que yo a observar a los pájaros en los árboles de esta plaza. Tímidamente, le comenté mis inquietudes y me expuso el siguiente razonamiento: los humanos nacemos con una Tabula rasa que es llenada a partir de
Otro día encontré a un ser que llamó mi atención. Parecía hablar sólo, quejándose de algo. Me acerqué con cautela para escucharlo y comprobé que si le hiciera mis preguntas eso que decía sería su respuesta. Estaba furioso, al parecer, con un tal W que no entendía qué la Psicología humana debe ser una ciencia que trabaje con el método científico de las ciencias naturales. Qué la mente, la conciencia, el alma no eran conceptos medibles, por lo tanto no eran válidos como objeto de estudio. ¿Qué era eso que proponía W de la Introspección y de observar la conciencia? Puras especulaciones, decía. Y argumentaba que el único objeto de estudio de la Psicología humana debía ser la conducta observable. Sólo a partir de ella se llegaría a formular leyes que permitan predecirla y que sean válidas para todos los hombres. Me alejé sintiendo lástima por él. ¡Qué poco entiende este engreído la complejidad del ser humano!
El señor que hablaba sólo me dejó tan aturdido que esa noche no pude dormir. Decidí ir a la plaza de madrugada. A esa hora todo es muy tranquilo, nadie pasa por
Ese día, más tarde, un profesor, ante mis preguntas, me dijo que la mente humana es similar a una computadora. Funciona con hipótesis, busca información y verifica, confirma o rechaza dichas hipótesis. Luego de escucharlo, si bien me pareció muy lógica su exposición, me quedé con un vacío interior, sentí que me alejaba de mi búsqueda, que tanta lógica no podía explicar que es lo que somos…
Desperté con un fuerte dolor de cabeza en un vehículo en movimiento, parecía una ambulancia. Yo estaba atado en una camilla. Al frente, dos personas vestidas de blanco reían y comentaban: ¡Sí! Este es el loco de la plaza, ese que anda preguntando que es el hombre o cuál es su esencia o algo así. -¡Sí! ¿Le darán electroshocks, duchas de agua fría o sólo pastillas? -¡Jaja! - ¡Jaja!